Novato en el arte del randonne, estaba ansioso por realizar mi primera salida. A pesar de que antes había utilizado los esquís y practicado, esta sería la primera salida a un cerro y qué mejor que por una nueva ruta a un lugar del otro mundo!: los Nevados del Sollipulli.
El día invitaba a descubrir el nuevo perfil de este lugar y fue así que salimos desde la ciudad de Temuco muy temprano. El grupo era bastante numeroso, pero la mayoría sólo iría con raquetas.
Encontrar la entrada de la ruta no fue tan difícil. Preparamos las cosas e iniciamos la caminata, al principio sólo era transitar po un camino típico de campo con algunos manchones de nieve, pero a medida que nos internábamos en el lugar, la nieve se hacía más profunda y llegaba la hora de ponerse los esquíes.
De aquí en adelante la cosa se ponía más sencilla, solamente era cuestión de flotar por la nieve blanda y disfrutar del paisaje.
La ruta era bastante obvia, seguir un camino maderero cubierto de nieve por entre un bosque hasta llegar al final de éste pero, lo más obvio no siempre resulta, y fue así como en un momento seguimos una ruta que no correspondía y nos perdimos. No fue por tanto tiempo, buscamos la salida y ésta se encontraba a 100 metros más atrás.
El camino se ponía cada vez más hermoso, el bosque nativo parecía salir de entre un suelo lleno de merengue y las araucarias empezaban a asomar a lo lejos.
Llegamos a lo que parecía un campamento maderero al final del camino. Aquí se terminaba la ruta demarcada y tendríamos que buscar la salida del bosque, pero todo indicaba que teníamos que avanzar en dirección Este, desde ese punto la pendiente era un poco mayor de lo normal.
Antes de llegar al final del bosque, apareció a lo lejos una pequeña bandera chilena que nos llamó la atención Al llegar a ella parecía que se estaba construyendo una especie de refugio. Este fue el lugar adecuado para descansar y comer.
El lugar era espectacular, tenía una impresionante vista hacia los faldeos del Sollipulli en dirección al glaciar Chufquén.
Luego de un rato disfrutando de la vista, continuamos la marcha hasta encontrar la salida total del bosque, esto debido a que junto al lugar de descanso, sólo continuaba una quebrada la que sin el equipo adecuado, era imposible sortear.
Tomamos rumbo en dirección al sur, siempre con la quebrada a nuestra izquierda, hasta que finalmente encontramos la salida. Desde este punto era nieve un poco dura hasta llegar al glaciar.
La poca costumbre de utilizar botas de rando me llevo a tomar la decisión de no continuar. A pesar de que son bastante cómodas para deslizarse por la nieve, no lo eran tanto para enfrentar una escalada con crampones que eran el paso final para salir al glaciar. Esto y sumado a que la mayoría se había quedado a la salida del bosque me hizo decidir descansar un rato e iniciar finalmente el regreso.
Tengo que confesar que la bajada fue un poco más complicada que la subida, ya que era una de las primeras oportunidades que me subía a unos esquies. No poseía los conocimientos para bajar, peor aún por un bosque y por en una pista normal, así que decidí ponerme los esquies en la mochila y bajar caminando, luego de un par de intentos frustrados.
La nieve estaba muy profunda por lo que me enterraba bastante. Ya no era lo mismo que la subida, donde flotaba sobre la nieve.
Tengo muy claro que la misión para esta temporada es aprender a esquiar, ya que no será muy entretenido bajar siempre de esa forma.